viernes, 6 de diciembre de 2013

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Debido a un par de problemillas técnicos este blog se continuará en el siguiente enlace eternidaddelanoche.blogspot.com

Gracias por leer :)

sábado, 18 de mayo de 2013

Capítulo 1 - Nadia


La Casa de la Noche siempre me ha parecido un enorme castillo. Me lo pareció la primera vez que entré en él, a pesar de mi estado, y me lo sigue pareciendo hoy, un mes después. El edificio de las clases y los de las habitaciones, tanto el de los alumnos como el de los profesores, se unen formando una fortaleza. Además, la escuela está rodeada por un gran muro. Si a todo esto le sumamos la oscuridad que lo invade por la noche, es clavadito al castillo de Drácula. Algo bastante irónico sabiendo que los que aquí habitan son vampiros e iniciados.

Miro el reloj, aún quedan treinta minutos para el comienzo de las clases, la mayoría de los alumnos estarán en el comedor desayunando, aunque acaba de anochecer. Esta es la vida de los vampiros, dormimos mientras que el sol está en lo alto del cielo y nuestra vida comienza al anochecer. Esto no se debe a los mitos que circulan sobre nosotros, no nos quemamos con el contacto de los rayos del sol, simplemente el brillo es algo que nos molesta bastante. Cuando acabas de ser marcado no se nota tanto, pero después de un mes no puedes exponerte a la luz solar sin gafas de sol, aunque esté nublado. Lanzo un largo suspiro y decido encaminarme hacia el comedor. Siempre intento no estar rodeada de los estudiantes el tiempo que no sea necesario, pero hoy he llegado excesivamente temprano. Debería haberme quedado más rato en casa de Kate. Ella es, por llamarla de alguna forma, mi madre vampira adoptiva. Todos los iniciados viven en la residencia de la Casa de la Noche, pero cuando yo fui marcada apareció la compañera de trabajo de mi padre, Kate, que resultó ser una vampira adulta, y me ofreció quedarme en su casa. Yo no dudé en aceptarlo. Kate siempre había sido como una madre para mí.

Al entrar en el comedor me invade un olor a comida junto al estruendo que los estudiantes hacen. Vuelvo a lanzar un suspiro. Suspiro mucho, no solo ahora que he sido marcada, también cuando era completamente humana. No puedo decir completamente normal porque nunca lo he sido. En una mesa localizo a Jasper. Es un chico bastante alto con el pelo algo largo y de un color marrón muy claro. Es muy callado, por lo que mantenemos un tipo de amistad algo distante, la cual nos favorece a los dos ya que él necesita silencio para concentrarse en sus libros, y yo no soy muy amigable. Me dirijo hacia él pero me detengo de golpe. Para llegar a la mesa donde se encuentra Jasper tengo que pasar junto a la de Zoey Redbird. Puedo darme la vuelta o puedo seguir mi camino. Cuando estoy a punto de tomar la primera opción me doy cuenta de que todo el mundo me está mirando. Sí, me miran a mí. A la chica rara.

Suspiro.

Comienzo a andar y cuando llego a la mesa de Zoey cierro mi mano en un puño y lo coloco sobre mi corazón, después me inclino levemente. Ella mira a un lado y a otro porque sabe que todos nos están mirando y realiza el mismo saludo. Tras esta incómoda escena llego finalmente a la mesa de Jasper.

-Hola Jasper.

-Hola Nadia – dice sin despegar la mirada de su libro. Yo carraspeo hasta que finalmente centra su atención en mí.

-¿Cuántas veces te he dicho que me llames N?

-Tu nombre aquí es Nadia. Si quieres que te llamen N deberías habérselo dicho a Neferet cuando fuiste marcada. ¿No crees?- vuelve a su libro. Cuando una es marcada puede cambiarse de nombre. Yo antes me llamaba Nathalie, pero lo odiaba, así que todo el mundo me llamaba Nadia o simplemente N.

Suspiro de nuevo y vuelvo a carraspear. Ahora el que suspira es él. Suelta su libro y me mira.

-¿Puedo sentarme? - le digo poniendo cara de pena.

-¿Alguna vez te he dicho que no, Nadia?

Nada. Este chico sigue en sus trece. Pero si hay alguien testarudo en el comedor, ese alguien soy yo. Me siento en el banco que hay frente al suyo y cruzo las piernas como si estuviese haciendo yoga o ese tipo de cosas que solía hacer Alice antes. Alice. Recordarla me forma un nudo en la garganta. Tengo que llamarla.

-Jasper, como bien has dicho antes me llamo Nadia para todo el mundo pero para mis amigos soy simplemente N. Y tú y yo somos amigos, ¿verdad?

Este se encoje de hombros. Sin lugar a dudas el chico es de lo más hablador.

De repente alguien me inca el dedo en un costado y yo pego un salto. Lo siguiente de lo que soy consciente es de que medio cuerpo se ha caído por detrás del banco y estoy casi en el suelo. No. Esto no puede haber pasado. Pero un coro de carcajadas me confirma lo que me temía. Me levanto todo lo rápido que puedo, con la acara enrojecida, en busca del culpable de haber quedado de nuevo en ridículo delante de todo el mundo. Y finalmente me encuentro con él.

-¡ERIK! - grito su nombre lo más fuerte que puedo, descargando con él la rabia que siento. Él comienza a reírse de esa manera que tanto odio.

-¿Ya no soportas una broma?

Decido usar las mismas armas que él y, a pesar de que estoy roja de furia, le pongo la mejor de mis sonrisas.

-¿Sabías que eres odiable?

-¿Yo? ¿Por qué? - dice poniendo voz de ofendido y llevándose una mano al pecho, como si mis palabras le hubiesen herido. En cualquier otra persona, este gesto parecería una exageración; pero no con él. Al hacer esto, Erik parece verdaderamente ofendido.

-Eres un creído. Y ahora déjame en paz y vete con... - sabe lo que voy a decir así que me lanza una de sus miradas asesinas. Respiro hondo e intento tranquilizarme antes de continuar mi frase. - con tus amigos. - y miro a los chicos que van detrás de él.

-Hay que ver cómo eres, Nathalie.

Error. Al llamarme así comete el mayor error de su vida. Me aproximo a él y lo miro directamente a los ojos.

-Sigue tu camino Erik Night o tú y yo volveremos a tener problemas.

-Vale, vale – comienza a reírse de nuevo con su risa de actor. - Venía en son de paz, hermanita.

-¿Ah, sí? Pues no lo he notado mucho. A ver, ¿qué quieres? - me siento en el banco, esta vez dándole la espalda a Jasper y mirando a mi hermano desde abajo.

-Quería saber si has llamado a papá.

-¿Vas a controlar cuándo llamo a nuestro padre? Creo que deberías llamarlo tú y preguntárselo porque, anoche, la última vez que lo llamé, me dijo que no había recibido una noticia tuya desde haces dos semanas. - estas dos últimas palabras las recalco.

-Vale, vale No vayas a pegarme. Ya lo llamaré.

-Sí, claro. Ya lo llamarás, como siempre.

Cuando termino de decir esto me doy la vuelta y miro a Jasper y su libro. Está leyendo el manual del iniciado, otra vez. ¿Este chico no sabe leer otra cosa?

Suspiro.

-Deja de suspirar hermanita. - Erik vuelve a pincharme y yo vuelvo a saltar, pero esta vez no estoy a punto de caer.

Lo sigo con la mirada mientras se ríe. No pierdo ningún detalle de lo que hace y, finalmente, encuentro lo que busco. Mi hermano se queda mirando a Zoey Redbird y la saluda con una gran sonrisa. Ella le devuelve el saludo y le sonríe de la forma más patética que jamás he visto. Ingenua. ¿Es que nadie conoce cómo es mi hermano?

No tengo nada en contra de Zoey. La chica a veces me da algo de pena por su situación. Fue marcada hará un par de semanas y cuando llegó, tenía su tatuaje completo. Cuando somos marcados, en nuestra frente aparece el contorno de una luna creciente de color zafiro, pero el tatuaje de Zoey estaba coloreado. La gente dice que es la favorita de Nyx y no me extraña. Tiene afinidad con los cinco elementos: aire, fuego, agua, tierra y espíritu. ¿Por qué la saludé antes? Porque es la líder de las Hijas Oscuras, un grupo de iniciados que hacen reuniones para rezar a Nyx y hacerle ofrendas. ¿Quién es Nyx? Es nuestra diosa. Anteriormente, la líder de las Hijas Oscuras era Aphrodite. Pero su modo de organizar las celebraciones no satisfacía a Neferet, la alta sacerdotisa de nuestra casa de la noche. Neferet es lo que los humanos llamarían directora, aunque tanto para los iniciados como para el resto de los vampiros adultos es más que la simple organizadora de la escuela. Al tomar Zoey el control de las Hijas Oscuras pasó a ser como una alumna privilegiada a la que todos los iniciados deben respeto, en teoría.

Ahí era donde quería llegar. A mi hermanito le gustan las líderes. Anteriormente había salido con Aphrodite y la había dejado después. La había dejado por Zoey. Y yo que pensaba que mi hermano era tonto.

Jasper se levanta de su asiento e interrumpe mis pensamientos.

-¿A dónde vas, Jasper?

-A clase.

Me levanto corriendo y lo sigo de cerca.

-¿Ya no me esperas? Pensaba que éramos amigos – le digo intentando copiar, en vano, al gran actor de Erik Night (sí, mi hermano es actor) e intentando parecer ofendida. Aunque en realidad no me importa, estoy acostumbrada.

-Tú tienes español y yo Sociología Vampírica – ¿Español? No sé en qué mundo vivo. El chico anda a zancadas y, si no fuera porque soy una amante del deporte, ahora mismo estaría exhausta.

-Muchas gracias Jasper, ¿qué haría yo sin ti?

Cuando termino de decir esto golpeo con fuerza su hombro para despedirme y salgo corriendo en la dirección opuesta. Español no es la asignatura que más me guste, aunque se me da bastante bien. Tengo familia española y he tenido la oportunidad de ir un par de veces a este país. Cuando llego, el aula está casi vacía. Suspiro. Jasper y su manía de llegar el primero a clase, aunque en el fondo se lo agradezco, así puedo elegir donde sentarme.

Si fuera una buena alumna me sentaría en primera fila. Pero como no lo soy, me siento lo más alejada que puedo de la mesa de la profesora. Abro una ventana y saco la cabeza fuera. El cielo está nublado y huele mucho a humedad. Este olor hace que el vello se me ponga de punta. Este olor no me trae buenos recuerdos. Cierro los ojos un momento y puedo verme en el campo de fútbol, tumbada sobre el césped húmedo. Olía a húmeda.

La puerta de la clase se abre y entra la profesora hablando en español. En ese momento desconecto completamente. Me doy cuenta de que mientras yo me sumergía en mis recuerdos han ido llegando los alumnos. Todos están sentados por parejas, excepto una persona. Yo. Suspiro. Ojalá ésta fuera como las clases que recibía cuando era humana. Siempre tenía a alguno de mis amigos sentados a mi lado. Pasábamos las clases hablando de lo que íbamos a hacer a la salida, de dónde íbamos a ir a hacer nuestras gamberradas ese día, si íbamos a ir a algún sitio a cenar comida basura mientras Alice, a la que siempre terminaba acoplando, se pedía una ensalada. Al final de la jornada, todos llevábamos restos de esa ensalada en el pelo y la ropa. Más de una vez me encontré un trozo de lechuga en mis inseparables deportivas.

Estos recuerdos me forman una estúpida sonrisa en la cara.

-¿Puedo preguntarle qué le parece tan gracioso, Nadia Night?

Vuelvo a la realidad. Todas las miradas se centran en mí y la profesora me mira interrogante.

-¿Perdone? – me siento completamente estúpida porque me ha preguntado en español y no estaba prestando atención.

Al ver mi cara de confusión, la profesora decide hablarme en inglés, algo que no es necesario ya que, si me hubiera repetido la pregunta en español, la hubiera entendido perfectamente. En realidad no sé por qué imparten clases. Sacar buenas notas en español, teatro o literatura  no creo que me ayuden a superar el cambio. Sin embargo, la asignatura de sociología vampírica si es más que necesaria.

-Le preguntaba por qué siempre tiene esa sonrisa en mi clase.

-¿Debo serle sincera profesora? Su acento español me encanta y me hace sonreír. – me mira enfurecida por mi comentario, ha sido lo primero que se me ha pasado por la cabeza. Algunos alumnos se ríen y otros me dirigen miradas de desaprobación. Las ignoro completamente. En realidad, esta escusa tenía como objetivo conseguir que el resto de iniciados dejase de prestarme atención, no pretendo que la profesora se trague eso.

-Me gustaría hablar con usted al final de la clase. – yo me limito asentir.

No quiero quedarme a solas con ella, aunque no tengo más remedio que hacerlo. Si he aprendido algo durante este mes es que es completamente imposible engañar a un vampiro.

Elia Swan


Me gustaba mi vida. Es cierto que algunas cosas podrían cambiar pero ya me he acostumbrado.

Iba con mi grupo de amigas a todos lados. Hablábamos sobre algunos cotilleos, los chicos que eran más guapos y con quienes saldríamos etc. La gente nos miraba y algunos nos envidiaban, bueno, en realidad envidiaban a mis amigas las súper-modelo que salen con los chicos más monos de nuestra edad. Yo no es que fuera tímida ya que era muy sociable, es que simplemente no me consideraba guapa como el resto de mis amigas y eso mis amigan siempre me decían que era mentira pero yo me negaba a creerlo.
A veces pensaba que podríamos hacer que las otras personas vieran que fuéramos más que caras bonitas, ellas mejor dicho, y esa fue una razón de las que decidiera empezar a hacer deporte. El deporte que escogí fue el tiro con arco.
No es que fuera mi favorito, he de reconocerlo, pero con el me sentía mucho mejor. La gente podría decirme rara por no escoger el futbol, deporte que jamás cogería por la simple razón de que no le veía sentido y que yo lo consideraba un deporte para que jugaran los chicos, o ser animadora, cosa que tenía miedo de dar un día una voltereta o algo y hacerme daño.
La gente siguió opinando, pero a mi empezó a darme igual y empecé a distanciarme de algunas amigas. Seguía teniendo a algunas que eran las que mejor me caían, así que no me preocupe. Ellas decían algo que era cierto, el arco estaba comenzando a darme seguridad. Empecé a apreciarme a mi misma y con el arco llegue lejos en poco tiempo. Pero no fue hasta que le conocí a él cuando ya me di cuenta de lo acertado que había sido escoger este deporte.

domingo, 28 de abril de 2013

Nadia Night


Mi vida no solía ser normal.

Era la capitana del equipo de fútbol de mi instituto. Reconozco que era algo extraña. No me parecía a las demás chicas. No me gustaba hacer las cosas que hacían las demás chicas. Odiaba pintarme, salir, vestirme con falditas con las que se te veía medio muslo o llevar tops cuyo escote llegaba casi al ombligo.
Otra gran diferencia era que yo no veía a los chicos como los veían las de mi mismo sexo. Para mí los chicos eran mis amigos. Siempre estaba haciendo deporte con chicos, si iba al cine iba con chicos (pero siempre en plan colegas). Cada vez que una chica me veía con un amigo soltaba alguna palabra que intentaba ofenderme como marimacho o cosas peores.
Me envidiaban y por eso sentían odio hacia mí. Yo también las odiaba. Eran demasiado superficiales y por esa razón no quería pertenecer a su grupo. No quería ser una chica al cien por cien.

Sí, era rara. Y todos lo sabían. Aún así había una única excepción: Alice.
Alice era mi mejor y única amiga. Era como las demás chicas. Siempre estaba pensando en ropa y chicos, pero de algún modo u otro era diferente.
Jugaba conmigo en el equipo de fútbol. Éramos vecinas y era mi amiga desde que nacimos. Nacimos además el mismo días, el diecinueve de febrero de 1994.
Alice jamás había intentado convencerme para salir por las noches, ir a una fiesta de pijama y cosas así. Aunque no le faltaban ganas, pero sabía que yo era demasiado testaruda.
Alice nunca me había visto como un bicho raro. Por eso era especial, me quería tal y como era.

Como veis era bastante rara. Pero mi vida pronto dio un giro inesperado. Me convertí en algo mucho más raro.
Un sábado por la mañana fui marcada. ¿Qué quiere decir esto? Significa que en unos meses, en unos años o quien sabe si en unas horas yo me convertiré en una vampira adulta.

Siempre y cuando no muera en el intento.

Soy Nathalie Night, aunque al entrar en la casa de la noche pasé a llamarme Nadia Night. Para los amigos, soy simplemente N.