Mi vida no solía ser normal.
Era la capitana del equipo de fútbol
de mi instituto. Reconozco que era algo extraña. No me parecía a
las demás chicas. No me gustaba hacer las cosas que hacían las
demás chicas. Odiaba pintarme, salir, vestirme con falditas con las
que se te veía medio muslo o llevar tops cuyo escote llegaba casi al
ombligo.
Otra gran diferencia era que yo no veía
a los chicos como los veían las de mi mismo sexo. Para mí los
chicos eran mis amigos. Siempre estaba haciendo deporte con chicos,
si iba al cine iba con chicos (pero siempre en plan colegas). Cada
vez que una chica me veía con un amigo soltaba alguna palabra que
intentaba ofenderme como marimacho o cosas peores.
Me envidiaban y por eso sentían odio
hacia mí. Yo también las odiaba. Eran demasiado superficiales y por
esa razón no quería pertenecer a su grupo. No quería ser una chica
al cien por cien.
Sí, era rara. Y todos lo sabían. Aún
así había una única excepción: Alice.
Alice era mi mejor y única amiga. Era
como las demás chicas. Siempre estaba pensando en ropa y chicos,
pero de algún modo u otro era diferente.
Jugaba conmigo en el equipo de fútbol.
Éramos vecinas y era mi amiga desde que nacimos. Nacimos además el
mismo días, el diecinueve de febrero de 1994.
Alice jamás había intentado
convencerme para salir por las noches, ir a una fiesta de pijama y
cosas así. Aunque no le faltaban ganas, pero sabía que yo era
demasiado testaruda.
Alice nunca me había visto como un
bicho raro. Por eso era especial, me quería tal y como era.
Como veis era bastante rara. Pero mi
vida pronto dio un giro inesperado. Me convertí en algo mucho más
raro.
Un sábado por la mañana fui marcada.
¿Qué quiere decir esto? Significa que en unos meses, en unos años
o quien sabe si en unas horas yo me convertiré en una vampira
adulta.
Siempre y cuando no muera en el
intento.
Soy Nathalie Night, aunque al entrar en
la casa de la noche pasé a llamarme Nadia Night. Para los amigos,
soy simplemente N.
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